Soy Catherine L’Ecuyer [Doctora en Educación y Psicología] y autora de dos libros en España sobre las nuevas tecnologías y la importancia del asombro en la infancia.
¿Deberían madres y padres estar preocupados o prestar más atención a la introducción de la tecnología en el hogar?
Creo que más que preocuparse deberían asegurarse de que reciben información completa, relevante y actualizada sobre el impacto que estas tecnologías tienen en sus hijas e hijos.
En muchos casos, creo que no están obteniendo toda la información.
¿Por qué?, bueno porque lo que hasta ahora se ha vendido a madres y padres desde las empresas, escuelas y fundaciones patrocinadas por la industria tecnológica es, que, si quieres ser una buena madre o padre, es absolutamente necesario introducir la tecnología digital tan pronto como sea posible, para que niñas y niños no pierdan oportunidades y aprendan a hacer un “uso responsable”.
Ahora bien, esa historia puede satisfacer los intereses de los accionistas porque ayuda a contribuir a aumentar una base de consumidores y el consumo de esos productos. Sin embargo, sabemos que este consejo no tiene sentido desde un punto de vista educativo.
¿Cuáles son los mayores riesgos asociados con el uso excesivo de la tecnología en niñas y niños?
Estudios asocian la exposición a las pantallas en la primera infancia con falta de atención, adicciones, impulsividad, entre otras cosas.
La Academia Americana de Pediatría lo dice claramente: los niños aprenden de las interacciones con humanos no con pantallas. De hecho, la Asociación Canadiense de Pediatría publicó una recomendación oficial en la que aconseja “nada de pantallas antes de 2 años” y “no más de una hora al día de los 2 a los 5 años”.
Hemos de ser conscientes que no son recomendaciones educativas, sino recomendaciones de salud pública. Y concluye diciendo: “ningún estudio apoya la introducción de tecnología a una edad temprana”.
“Mi hijo tiene su propio teléfono inteligente. ¿Qué hago ahora?”
Lo que ocurre, por un lado, es que la investigación de calidad sobre el efecto de la tecnología es costosa y muy lenta, por otro lado, la tecnología se queda muy rápidamente obsoleta. Por lo tanto, las evidencias siempre llevarán retraso con respecto a las innovaciones tecnológicas. Y cuando finalmente llegan las respuestas, a veces, es demasiado tarde y el daño ya está hecho. Esa es la razón por la que mi recomendación a madres, padres y escuelas, siempre ha sido: precaución y prudencia.
Ahora bien, sabemos que esas dos virtudes no contribuyen mucho a la cuenta de resultados de las empresas tecnológicas. Por lo tanto, cuando la industria de las nuevas tecnologías hace alianzas con centros educativos o gobiernos, por ejemplo, existe un claro conflicto de interés. De la misma manera que habría un conflicto de interés si Coca-Cola o Pizza Hut estuvieran patrocinando, por ejemplo, comidas en la escuela.
¿Qué dirías a la madres y padres que piensan que más internet brinda más ventajas de aprendizaje a sus hijas e hijos?
No podemos seguir diciendo a madres y padres que Internet, las aplicaciones y los dispositivos traen oportunidades mágicas de aprendizaje.
Tenemos que comprender que las oportunidades mágicas de aprendizaje y el aprendizaje acelerado no existe. El aprendizaje es lento y exige atención sostenida. Y a edad temprana requieren experiencias sensoriales reales.
El ritmo frenético de las pantallas justamente reduce la capacidad de atención sostenida. Por lo tanto, defender su uso en el hogar o en las escuelas podría ser contraproducente para el aprendizaje.
De hecho, no solo tiene poco que ver el acceso a internet con las oportunidades de aprendizaje. Es más, las oportunidades reales de aprendizaje pertenecen a estudiantes, madres y padres, y escuelas que han sido capaces de restringir el tiempo de pantalla y retrasar la introducción de tecnologías que son fuertemente adictivas.
¿Porqué reducir la brecha digital entre alumnos más y menos privilegiados no es la solución para mejorar la educación?.
Durante mucho tiempo, hemos dado por dado que el acceso a internet reduciría la brecha social entre los estudiantes y que eso era “la” solución para mejorar la educación y las diferencias sociales. Pero hay estudios que indican que hay más consumo abusivo de la tecnología en las familias desfavorecidas. Por lo tanto, el consumo de internet aumentaría la brecha. Y eso tiene todo el sentido del mundo ¿Por qué?: pues, internet no nos da herramientas que necesitamos para navegar por internet. Y cuanto más joven y menos preparado está uno, menos herramientas tendrá y más vulnerables será frente a los efectos colaterales de las tecnologías.
Internet es muy útil, pero solo nos da la información que necesitamos si sabemos lo que estamos buscando, lo que no estamos buscando y si tenemos la fuerza de voluntad para decir NO a lo que no estamos buscando.
Niñas y niños e incluso algunos adolescentes no son capaces de hacer eso. De hecho, algunas personas adultas, a veces, tampoco somos capaces de hacerlo.
La mejor preparación para el mundo “online” ocurre “offline”. Y no existe alternativa digital “mágica” a esa regla.
¿Qué hay de esa tendencia educativa actual que tiende a dar más importancia a las metodologías, los dispositivos y las aplicaciones que a los contenidos y al docente?
Madres y padres y docentes deben exigir que las metodologías utilizadas en la escuela se basen en las evidencias, “no en las últimas novedades”. Es bueno que nuestras hijas e hijos experimenten en las aulas, pero eso no es lo mismo que experimentar con ellos un método sin recorrido. Y si se experimenta con niñas y niños, madres y padres deben ser informados de ello y se les debe dar la opción de dar o no su consentimiento.
No olvidemos que la novedad no es un concepto educativo, es un concepto especialmente comercial. Un estudio realizado en 2007 por McKinseng compara 25 sistemas exitosos en todo el mundo. Concluye: “la calidad de un sistema educativo nunca estará por encima de la calidad de sus docentes”. ¿Porqué?, por qué el docente es aquel que conoce y ama su materia, y la transmite con pasión, intuición y sensibilidad. Cualidades que nunca tendrá los dispositivos tecnológicos, por mucho que Silicon Valley esté dispuesto a invertir todo lo que quiera en ello. La educación es un asunto profundamente humano, no tecnológico.